Juego de manos - Claudia R. Niño

Henri deToulouse Lautrec - El beso


JUEGO DE MANOS
Por Claudia R. Niño

Amor mío
mi boca será un ejército contra ti.
GUILLAUME APOLLINAIRE


Alisson está furiosa, hoy justamente tenía que exponer su proyecto del túnel de La Línea y no terminó los planos, todo porque a Lina se le ocurrió invitarla la noche anterior a la inauguración de un bar (resaca, exposición, resaca).
     El ingeniero Verdugo, su profesor de proyectos, está regañando pero Alisson no lo escucha: que esta viga de amarre no va aquí, que la perforación de la montaña debe hacerse en menos tiempo... (resaca, exposición, resaca). La invade el cansancio, se adormece, hoy no tomó su medicamento, mala cosa, se deja llevar por el olor que aún queda en su ropa del perfume de Lina: dulce, suave, rico como Lina, rico. Lina ojos de búho, boca de azúcar, Lina que se ríe de la estatura de Alisson, que con su voz aterciopelada le dice: menuda menudita. Claro, ella con su exuberante cuerpo de modelo la rodea, la abarca, la consume.
     Otra vez el profesor pregunta: ¿Y cuándo se inicia la construcción del túnel piloto? Y sigue: ¿Y qué materiales, y cuántos obreros, y, y...? (resaca, exposición, resaca). La cabeza de Alisson va a estallar. Alisson, qué nombre tan feo, todo por culpa de su mamá que insistió porque le recordaba a no sé qué actriz de los ochenta. Alisson, ese es nombre de ñera, le dijo una condiscípula de octavo en La Merced, y Alisson lloró toda la tarde, y no le perdonó nunca a su mamá el mal gusto y desde entonces, a los trece años, decidió irse a vivir con su papá (resaca, exposición, resaca).
     Alisson vive enferma: hoy feliz y al día siguiente apática, nerviosa, deprimida. Debe ser por culpa de ese nombre tan feo, piensa. Alisson es adicta al sexo y a los deportes: nada dos horas diarias, madruga al canotaje los domingos, monta bicicleta. Sexo y deporte, deporte y Lina. Sí, Lina es puro sexo, sexo puro. Sonríe, se despereza, el olor de Lina la cubre, el olor de su sexo... El profesor Verdugo le pregunta para cuándo habrá finalizado su proyecto (resaca, exposición, resaca). Para la próxima clase, responde Alisson. El profesor Verdugo le dice que es el último plazo, que no entiende por qué no ha terminado ese proyecto (resaca, exposición, resaca). Porque el bar resultó exquisito en todos sus detalles: la barra, las luces, las sillas, las hermosas fotografías de cuerpos entreverados, de rostros, el rostro de Lina salpicado de lluvia, allí, en el centro de ese mundo maravilloso, Lina ojos de búho, boca de azúcar... Porque la rumba fue larga profesor, piensa Alisson, pero no dice nada.
     Ojalá la clase termine pronto para regresar a la cama. Ojalá tu papá no llame, desde que vive en Nueva York se ha vuelto más intenso. Ojalá nadie te mire, ni te hable, ni... (resaca, exposición, resaca). Te duele la cabeza, el cuerpo, las manos, las manos. Tus manos están enrojecidas, inflamadas: ¿Qué pasó? No lo recuerdas, el dolor no te deja pensar, te paras, te disculpas, sales corriendo, atraviesas la universidad, tu carro no está en el parqueadero, ¿cómo llegaste? No lo recuerdas, prácticamente despertaste en el salón con los planos inconclusos y las manos adoloridas.
     Tomas un taxi. A la Clínica de La Paz, por favor, dices, agitada. El conductor te mira por el retrovisor, indiferente. La que queda en la 134 con 19, rápido, dices conteniendo un grito. El hombre duda pero arranca. No recuerdas, no quieres recordar (resaca, miedo, resaca). Tu cabeza va a estallar.
     Al llegar preguntas por el doctor Puerta, tu psiquiatra. La recepcionista llama al consultorio, te dice que esperes, pero tú entras. El doctor Puerta te saluda, te mira, imperturbable, te alcanza un calmante. Alisson, Alisson, dice, y te recuestas en el diván adormilada por aquella voz, cierras los ojos, tus ojos nublados, anestesiados por ese punzante dolor, te recuestas. El doctor pregunta y empiezas a recordar: Amarras a Lina a la cama, rompes todas sus fotos, golpeas los pósters en donde ella aparece casi desnuda. Lina intenta explicar que ese es su trabajo y nada más. Le dices que no se asuste, que es un juego como otros que ya han jugado antes. Le pones el antifaz de Gatúbela, le abres las piernas y miras con orgullo ese cuerpo de diosa que es tuyo, que ha sido tuyo hasta la saciedad. Lina preciosa, Lina siempre dispuesta, Lina con su sexo oloroso a arándanos. Ella dice que te ama, te pide que la desamarres y tú, furibunda, le tapas la boca, lloras, sales corriendo, y la dejas allí, en esa casa derruida a la que sus familiares renunciaron hace muchos años. Conflicto de intereses, desacuerdo, abandono, herencias malditas, dices, divagas, te pierdes, perfecto escondite para los amantes, sonríes, el dolor de cabeza va cediendo, te levantas, el doctor Puerta habla, reparas en él, te extiende la fórmula de siempre, le agradeces y sales.
     Querías que tu papá no llamara, pero llamó. Pendiente de ti, como siempre. Ya no te interesa el proyecto del túnel de La Línea. Te has librado del profesor Verdugo. Sólo te interesa Lina. ¿Quién será el afortunado o la afortunada que la encuentre?, porque seguro alguien la va a encontrar, con ella es así, qué le vamos a hacer. Tu padre te espera. Te vas para siempre, a vivir al lado de aquel desconocido. Otra vida, otras Linas..., al único que vas a extrañar es al doctor Puerta.
     Pasajeros con destino a New York, favor abordar por la sala uno. Te levantas y te diriges hacia la sala uno. El olor de Lina te sigue. Lina ojos de búho, boca de azúcar, Lina amarrada, Lina amordazada, Lina gata atrapada en esa casa, sola.


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© Claudia R. Niño Niño




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